Transcurridos
casi tres cuartos de siglo desde el inicio de la GCE son
pocos los pasos que se han dado para sacar a la luz los
restos tangibles de aquel conflicto entre españoles.
Las razones que han influido en este abandono son múltiples,
pero tras tanto tiempo creemos que ha llegado el momento
de recuperar las fortificaciones, aeródromos, refugios
y, en general, todas las obras que se hicieron durante
la guerra para en la medida de lo posible convertirlos
en monumentos auténticos, y no simplemente conmemorativos,
de unos hechos que no debemos olvidar.
A diferencia de lo que ocurre en el resto de Europa,
en España no se ha fomentado la conservación
de este acervo. No hay más que hacer una breve
búsqueda por internet para comprobar la cantidad
de museos, cubiertos y al aire libre, que en todo el
continente mantienen viva la huella de la más
dramática confrontación bélica
que ha conocido el mundo. Mostrando a las generaciones
venideras lo que ocurrió se mantienen la conciencia
de los hechos y se evita de alguna manera el que se
den los pasos que puedan conducir a su repetición.
Esa misma idea preside las intenciones del CG. Salvaguardar
lo que hasta nosotros ha llegado de la CGE para así
perpetuar en el tiempo la memoria de acontecimientos
que no han de producirse de nuevo. Y, desde un punto
de vista arquitectónico, proteger construcciones
que quizá dentro de dos o tres siglos se contemplen
con la misma pausada admiración con la que hoy
podemos admirar castillos, fuertes o palacios.
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